River Plate consiguió un triunfo fundamental y reparador al vencer 2-0 a Talleres en condición de visitante, cortando una alarmante racha de cuatro derrotas consecutivas en el torneo local. En un contexto de máxima presión, con el equipo relegado en la tabla anual y el recuerdo de seis caídas en sus últimos siete juegos, el «Millonario» de Marcelo Gallardo se enfocó en la pragmática necesidad de sumar, logrando acomodarse en el segundo puesto tanto de su Zona B como de la Tabla Anual.
El triunfo se forjó con más esfuerzo que brillantez, evidenciando el peso de la presión. El primer gol, que sirvió como un alivio analógico a sus recientes penurias, llegó con dificultad: un remate de Casco al poste tras una gran jugada colectiva (Quintero-Castaño), que terminó en la red empujada por Gonzalo Montiel con desvío en el arquero Guido Herrera. Antes de eso, River había sido un equipo endeble, con desajustes defensivos y un Franco Armani que, incluso, repitió errores recientes, evidenciando el rigor psicológico del mal momento.
La ansiada tranquilidad llegó en el segundo tiempo con la genialidad del recambio. El ingreso de Facundo Colidio fue decisivo, quien rompió líneas con velocidad y una jugada individual espectacular que derivó en la definición y el 2-0 definitivo de Maximiliano Meza. Con los dos goles de distancia, River pudo mostrar destellos de su fútbol, dominando a un Talleres que se desplomó ante la adversidad. El triunfo permite al equipo de Núñez tildar el objetivo clave de la semana: ganar para recuperar la confianza de cara a sus próximos desafíos decisivos.
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